La realidad socio-económica de los sectores populares o segmentos D y E del país, los lleva a tener como primera preocupación, el destino de sus hijos, ya que lo precario de sus ingresos los conduce a invertir lo poco que obtienen en la alimentación del hogar; que en la mayoría de los casos, resulta insuficiente para consumir la calidad y cantidad de alimentos necesarios para el buen desarrollo físico y mental de nuestros vecinos de en cada barrio. De allí que sustentar la política del gobierno en programas compensatorios a la pobreza y miseria, a través de becas, y no en la generación de empleos estables impulsados con la producción industrial, turística o agropecuaria, sencillamente, elimina la posibilidad del mejoramiento sustancial de la calidad de vida del pueblo.
Debemos recordar que la debacle del bipartidismo, fue principalmente porque dejaron de ser percibidos por la población, como la opción política que les permitiría mejorar sus condiciones de vida, puesto que desde el 1983 al 1993 hubo una devaluación significativa de nuestra moneda, entre otras medidas económicas que afectaron los bolsillos de los venezolanos. Lamentablemente el Juan Bimba de ayer o el Soberano de hoy, sigue padeciendo calamidades físicas y una miseria mental que permiten que políticas populistas y no la construcción de un mejor país, ocupen el escenario principal en las medidas adoptadas por los gobernantes. A fin de cuentas los gobernantes se parecen mucho al perfil que identifica a la mayoría de la población.
Mientras que los grandes ingresos del Estado venezolano, se despilfarran en una eterna campaña electoral, la población considerada por sus ingresos como pobre (83% de la población), sufre la insuficiencia de los hospitales los aquejan, donde para colmo, recientemente un niño fue infectado de Sida cuando lo que buscaban sus padres, era la curación de otros males. El desempleo abarca todos los hogares de Venezuela, ya que tenemos desde obreros hasta profesionales universitarios afectados por este mal, la corrupción llega a niveles de asquerosidad; los servicios públicos están por el suelo, y un sin fin de cosas que generan una alta carga de frustración y malestar entre los ciudadanos.
Mientras todo esto sucede, los gobernadores, alcaldes o diputados del partido de gobierno, continúan en una eterna rivalidad y pelea interna, porque aspiran desplazar al otro del cargo que ostenta. La posibilidad de unas elecciones generales, tal como lo han planteado varios personajes del alto gobierno y del parlamento nacional; se ha convertido en preocupación para muchos funcionarios escogidos por elección popular; lo lamentable de esto, es que nuevamente someterían al país a una campaña electoral, tan pronto se realice la elección presidencial. Pero el Juan Bimba de ayer o el Soberano de hoy, sigue preñado de sueños y esperanzas, acrecentando sus necesidades y anhelos de una patria mejor.
Lic. Gilberto Román
Economista
Web: dialogo.ya.st
Debemos recordar que la debacle del bipartidismo, fue principalmente porque dejaron de ser percibidos por la población, como la opción política que les permitiría mejorar sus condiciones de vida, puesto que desde el 1983 al 1993 hubo una devaluación significativa de nuestra moneda, entre otras medidas económicas que afectaron los bolsillos de los venezolanos. Lamentablemente el Juan Bimba de ayer o el Soberano de hoy, sigue padeciendo calamidades físicas y una miseria mental que permiten que políticas populistas y no la construcción de un mejor país, ocupen el escenario principal en las medidas adoptadas por los gobernantes. A fin de cuentas los gobernantes se parecen mucho al perfil que identifica a la mayoría de la población.
Mientras que los grandes ingresos del Estado venezolano, se despilfarran en una eterna campaña electoral, la población considerada por sus ingresos como pobre (83% de la población), sufre la insuficiencia de los hospitales los aquejan, donde para colmo, recientemente un niño fue infectado de Sida cuando lo que buscaban sus padres, era la curación de otros males. El desempleo abarca todos los hogares de Venezuela, ya que tenemos desde obreros hasta profesionales universitarios afectados por este mal, la corrupción llega a niveles de asquerosidad; los servicios públicos están por el suelo, y un sin fin de cosas que generan una alta carga de frustración y malestar entre los ciudadanos.
Mientras todo esto sucede, los gobernadores, alcaldes o diputados del partido de gobierno, continúan en una eterna rivalidad y pelea interna, porque aspiran desplazar al otro del cargo que ostenta. La posibilidad de unas elecciones generales, tal como lo han planteado varios personajes del alto gobierno y del parlamento nacional; se ha convertido en preocupación para muchos funcionarios escogidos por elección popular; lo lamentable de esto, es que nuevamente someterían al país a una campaña electoral, tan pronto se realice la elección presidencial. Pero el Juan Bimba de ayer o el Soberano de hoy, sigue preñado de sueños y esperanzas, acrecentando sus necesidades y anhelos de una patria mejor.
Lic. Gilberto Román
Economista
Web: dialogo.ya.st
07-07-06
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