La bondad, la solidaridad, honestidad, la justeza, la sensibilidad o la tolerancia; forman parte de las cualidades de los venezolanos, a pesar de la crisis moral a la que hemos sido conducido durante los últimos 25 años por una dirigencia política, que dejó de valorar la necesidad o el deseo del soberano como la razón de la existencia de los lideres. Muchos han pasado ha considerar que lo mejor, es ser importante, cuando lo mas importante es ser bueno, puesto que sólo la persona es susceptible de ser contemplada en la escala de valores, como un valor, de tal suerte que se le pueda calificar como único dentro todos los seres vivos en el mundo.
La explicación de estos términos lo refleja la gran línea de la antropología y filosofía de Máx Scheler, quien afirma rotunda y radicalmente que: “La persona es un valor por sí misma”; ya que conjuga valores espirituales, jurídicos, lógicos, y religiosos entre otros. En el caso de Venezuela, hoy en dia la conflictividad política (promovida por unos pocos) ha colocado en varias ocasiones en el debate, la posibilidad de una guerra civil; siendo que todos los sondeos de opinión, nos indican que mas del 85% de la población se inclina por una salida pacifica y constitucional a la actual confrontación. De allí que los dirigentes que se manejen dentro del valor de lo constitucional, bien para respaldar o rechazar determinada situación, tendrán el respaldo moral de la mayoría.
No es casual que un escenario electoral, donde acudan a votar el 70% de los inscritos en el Registro Electoral Permanente, el 70% de ese universo de votantes, sufragarían en función de un cambio que conjugue la atención a la exclusión social, la convivencia de todos los venezolanos y proyectos para el desarrollo socio-económico. Centrar el debate en contra “DE”, presenta un escenario donde los desilusionados del pasado y del presente (mal llamados NI-NI) crecerían enormemente. He allí lo complejo de la situación, cuando se agrega la desconfianza de muchos venezolanos a la transparencia electoral; en este sentido soy de la idea, que los lideres que requiere el país, saldrán de la lucha social diaria que libra la población.
Durante las décadas de los 60 y 70, el país contaba con líderes de mucho prestigio, entre los que podemos nombrar a Luís Beltrán Prietro Figueroa, Fabricio Ojeda, Domingo Alberto Rangel y otros que independientemente de su afiliación partidista, gozaban de credibilidad. Muy diferente es el panorama de la actualidad, donde los principales aliados del gobierno son miembros de la oposición, ya que su desprestigio y negro pasado, los presentan ante los ojos del pueblo, como figuras que trabajan en aras de sus intereses particulares o grupales. Por esta razón la lucha debemos librarla de los buenos contra los malos, estén donde estén; con la ventaja que los buenos somos la mayoría.
Lic. Gilberto Román
Economista
Web: dialogo.ya.st
16-06-06
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