Diálogo 24-11-2006
Alguien bautizó con el nombre de soldados de papel, a todos esos niños que en el planeta son usados para los conflictos armados, siendo que debemos dotarlos de libros, conocimientos y herramientas que les permitan logar un sano desarrollo y por ende un mejor vivir para las generaciones venideras. En nuestro país existen instituciones como la Defensoría del Pueblo, los Consejos de Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes y los otros órganos del sistema de protección, que deberían velar que los niños y adolescentes estén al margen de la diatriba política y adoctrinamiento formal en que hemos caído durante estos últimos años; sin embargo vemos con tristeza como se utilizan los niños en actos proselitistas y lo que es peor aun, en planes para la guerra asimétrica de la que tanto hablan los gobernantes.
Estoy seguro que así como los hijos de los jerarcas de este gobierno, no usan Barrio Adentro, no estudian en escuelas bolivarianas (Simoncitos), no comen en las casas de alimentación o no compran en Mercal; de producirse un conflicto bélico y estos señores utilicen a nuestros niños en dicha confrontación, tampoco serán sus hijos quienes derramen su sangre en este lamentable hecho. Ningún niño independientemente de la ideología política de sus padres, debería estar participando en conflictos armados o de otra índole; por esta razón repudio la actitud irresponsable desde el presidente de la república hasta algunos dirigentes de la oposición que llevan a sus niños a las movilizaciones, como si se tratara de personas con capacidad de entender la situación del país o mas aun, de tener posición ante la diatriba.
Amnistía Internacional publicó hace tres años un informe sobre los niños que "desaparecieron" en El Salvador durante el conflicto armado que se libró entre 1980 y 1991, un conflicto armado que dejó como saldo unas 75.000 víctimas de violaciones de derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, torturas y desapariciones; uno de los periodos más álgidos del conflicto armado fue entre 1980 y 1984 cuando las fuerzas armadas llevaron a cabo operaciones de ‘limpieza’ contra la población civil, “tratando de contener el crecimiento de las fuerzas guerrilleras”. Es incontable el número de niños afectados por los conflictos en Colombia, El Salvador y Guatemala, pero pareciera que en este gobierno no existe nada sagrado, ya que nuestros niños deberían ser intocables.
Yo creo en una revolución que atienda la niñez abandonada, la inseguridad ciudadana, la generación de empleos estables y una economía no dependiente de la importación, ya que en este tipo de relación los grandes beneficiados son los que controlan el comercio mundial, mientras que nuestro país sigue limitado en su capacidad de desarrollo industrial y agropecuario. No quiero esta revolución mal interpretada, donde quien pierde es el hijo de Juana o de Petra, mientras los jerarcas del gobierno cuidan solo a los suyos.
Lic. Gilberto Román
Economista
Web: dialogo.ya.st
Alguien bautizó con el nombre de soldados de papel, a todos esos niños que en el planeta son usados para los conflictos armados, siendo que debemos dotarlos de libros, conocimientos y herramientas que les permitan logar un sano desarrollo y por ende un mejor vivir para las generaciones venideras. En nuestro país existen instituciones como la Defensoría del Pueblo, los Consejos de Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes y los otros órganos del sistema de protección, que deberían velar que los niños y adolescentes estén al margen de la diatriba política y adoctrinamiento formal en que hemos caído durante estos últimos años; sin embargo vemos con tristeza como se utilizan los niños en actos proselitistas y lo que es peor aun, en planes para la guerra asimétrica de la que tanto hablan los gobernantes.
Estoy seguro que así como los hijos de los jerarcas de este gobierno, no usan Barrio Adentro, no estudian en escuelas bolivarianas (Simoncitos), no comen en las casas de alimentación o no compran en Mercal; de producirse un conflicto bélico y estos señores utilicen a nuestros niños en dicha confrontación, tampoco serán sus hijos quienes derramen su sangre en este lamentable hecho. Ningún niño independientemente de la ideología política de sus padres, debería estar participando en conflictos armados o de otra índole; por esta razón repudio la actitud irresponsable desde el presidente de la república hasta algunos dirigentes de la oposición que llevan a sus niños a las movilizaciones, como si se tratara de personas con capacidad de entender la situación del país o mas aun, de tener posición ante la diatriba.
Amnistía Internacional publicó hace tres años un informe sobre los niños que "desaparecieron" en El Salvador durante el conflicto armado que se libró entre 1980 y 1991, un conflicto armado que dejó como saldo unas 75.000 víctimas de violaciones de derechos humanos, ejecuciones extrajudiciales, torturas y desapariciones; uno de los periodos más álgidos del conflicto armado fue entre 1980 y 1984 cuando las fuerzas armadas llevaron a cabo operaciones de ‘limpieza’ contra la población civil, “tratando de contener el crecimiento de las fuerzas guerrilleras”. Es incontable el número de niños afectados por los conflictos en Colombia, El Salvador y Guatemala, pero pareciera que en este gobierno no existe nada sagrado, ya que nuestros niños deberían ser intocables.
Yo creo en una revolución que atienda la niñez abandonada, la inseguridad ciudadana, la generación de empleos estables y una economía no dependiente de la importación, ya que en este tipo de relación los grandes beneficiados son los que controlan el comercio mundial, mientras que nuestro país sigue limitado en su capacidad de desarrollo industrial y agropecuario. No quiero esta revolución mal interpretada, donde quien pierde es el hijo de Juana o de Petra, mientras los jerarcas del gobierno cuidan solo a los suyos.
Lic. Gilberto Román
Economista
Web: dialogo.ya.st
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