"Aquellos cuya conducta se presta más al escarnio, son siempre los primeros en hablar de los demás." Moliere.
Recientemente recibí un breve cuento en un e-mail y en este día tan especial lo quisiera compartir.
Una pareja de recién casados, se mudó para un barrio muy tranquilo. En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer vio a través de la ventana, que una vecina colgaba sábanas en el tendedero.
¡Que sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero...!
Quizás necesita un jabón nuevo... ¡Ojala pudiera ayudarla a lavar las sábanas!
El marido miró pero se quedó callado. Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus ropas al sol y al viento.
Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas limpiecitas, y dijo al marido: ¡Mira, ella aprendió a lavar la ropa! ¿Le enseñaría otra vecina?
El marido le respondió: ¡No, hoy me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana!
Con frecuencia escuchamos un torneo de insultos, descalificaciones y críticas tendientes a marcar diferencias con otros y ocultar nuestros temores o debilidades; pues parece más cómodo enjuiciar que enjuiciarnos. Lo lamentable es que esta conducta aprendida desde niños la aplicamos en toda nuestra vida social, política y económica.
En la política es el pan de cada día, gobierno y oposición se destrozan sin remordimientos y hasta con placer, es difícil ver críticas constructivas y propuestas para mejorar, siempre vemos de parte y parte conjuros y malos deseos en pro del fracaso ajeno. Quizá eso es costumbre; pero como seres sociales perfectibles sería interesante hacer un ejercicio de cambio de paradigma (eso que llaman revolución) para ver que ocurriría. Se imaginan a los gobernantes agradeciendo las críticas sobre su mala gestión e incluso solicitando mas observaciones para mejorar su calidad y rendimiento, se imaginan a los vecinos desafectos al gobierno agradeciendo sin egoísmos y con aplausos las obras realizadas en su comunidad y su entorno. Si, ya se, parece un sueño o la realidad de otra nación; pero no me culpen por intentarlo. Creo que existen puntos de encuentro mayores que las diferencias y el radicalismo extremista que nos divide, es cuestión de un cambio de actitud y autoanálisis sin prejuicios tontos de clases, color o religión.
La vida es así. Todo depende de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Antes de criticar, quizás sería conveniente chequear si hemos limpiado el corazón para poder ver más claro. Entonces podremos ver claramente la limpieza del corazón de los demás.
Este fin de año e inicio del 2006, es momento propicio para la reflexión y superación de conflictos y complejos, hagamos una realidad la ansiada paz que todos pregonamos.
Feliz navidad y prospero año 2006.
Lic. Gilberto Román
Economista
E-mail: groman@cantv.net