Diálogo
La unidad se decreta o se construye, que nos dice la historia contemporánea.
Identificar a sus amigos y enemigos, es algo que no ha sido fácil para el pueblo venezolano, puesto que existen políticos que se hacen llamar revolucionarios o nacionalistas, mientras que entregan la soberanía económica del país a otras naciones (incluyendo a los EE.UU); por otro lado vemos a los auto- denominados “salvadores de la democracia”, que mantienen agendas ocultas para llegar al poder por vías diferentes a las democráticas.
La unidad se ha convertido en una necesidad exclusivamente coyuntural y no como un objetivo que deben buscar todos los sectores afines a un proyecto; al punto que en Venezuela se habla de unidad, principalmente en tiempos electorales; de allí que el pragmatismo como práctica permanente en el mundo político del país, este afectando la cristalización de propuestas con sustento popular.
Entre el año 1994 y el 1997 varias organizaciones e individualidades de la izquierda venezolana, experimentaron una plataforma unitaria a través del Bloque Popular Unitario (BPU), pero tan pronto el actual presidente ascendió en las encuestas, muchos no solo lo apoyaran, sino hasta abandonaron a sus partidos originales para formar parte del MVR, por cierto, organización que no tiene ideología definida. Del lado de la oposición, fue necesario que el Conde del Guacharo amenazara su espacio electoral para acelerar y concretar la “unidad” en torno a un candidato; actuación que obedeció a la necesidad de supervivencia y no a la unidad por el país.
Debemos corregir esta anormalidad y desarrollar la unidad verdadera; porque de otra manera se realizará política pensando solamente en la coyuntura del momento. La propuesta de un partido único por parte del oficialismo, quizás tenga relación con las tesis de Ceresoles, que consistía en la conformación de un partido de militares, de manera de garantizar la realización de las tareas sin mucha discusión. Lo cierto es que la estructura del gobierno, está sustentada en el estamento militar y de concretarse la idea de un partido único, podría dar paso a nuevas contradicciones en el seno de la dirigencia que respalda al presidente y que sería desplazada.
Otra reflexión que se desprende de este análisis; es que existen muchos partidos y alianzas que han surgido desde la debacle del bipartidismo; sin embargo la expectativa generada en torno a ellos a tenido poca duración, cuestión que reafirma que no basta el surgimiento de nuevas organizaciones, sino parten de otros esquemas de trabajo e intereses que defender. La sociedad venezolana esta consciente de la necesidad de los partidos, pero la mayoría no cree en los existentes, de allí el fenómeno del mesianismo experimentado en los últimos años. El reto para los nuevos liderazgos, es lograr la paz y la unidad de todos ciudadanos en torno a una visión compartida de un proyecto de país.
Lic. Gilberto Román
Economista
La unidad se decreta o se construye, que nos dice la historia contemporánea.
Identificar a sus amigos y enemigos, es algo que no ha sido fácil para el pueblo venezolano, puesto que existen políticos que se hacen llamar revolucionarios o nacionalistas, mientras que entregan la soberanía económica del país a otras naciones (incluyendo a los EE.UU); por otro lado vemos a los auto- denominados “salvadores de la democracia”, que mantienen agendas ocultas para llegar al poder por vías diferentes a las democráticas.
La unidad se ha convertido en una necesidad exclusivamente coyuntural y no como un objetivo que deben buscar todos los sectores afines a un proyecto; al punto que en Venezuela se habla de unidad, principalmente en tiempos electorales; de allí que el pragmatismo como práctica permanente en el mundo político del país, este afectando la cristalización de propuestas con sustento popular.
Entre el año 1994 y el 1997 varias organizaciones e individualidades de la izquierda venezolana, experimentaron una plataforma unitaria a través del Bloque Popular Unitario (BPU), pero tan pronto el actual presidente ascendió en las encuestas, muchos no solo lo apoyaran, sino hasta abandonaron a sus partidos originales para formar parte del MVR, por cierto, organización que no tiene ideología definida. Del lado de la oposición, fue necesario que el Conde del Guacharo amenazara su espacio electoral para acelerar y concretar la “unidad” en torno a un candidato; actuación que obedeció a la necesidad de supervivencia y no a la unidad por el país.
Debemos corregir esta anormalidad y desarrollar la unidad verdadera; porque de otra manera se realizará política pensando solamente en la coyuntura del momento. La propuesta de un partido único por parte del oficialismo, quizás tenga relación con las tesis de Ceresoles, que consistía en la conformación de un partido de militares, de manera de garantizar la realización de las tareas sin mucha discusión. Lo cierto es que la estructura del gobierno, está sustentada en el estamento militar y de concretarse la idea de un partido único, podría dar paso a nuevas contradicciones en el seno de la dirigencia que respalda al presidente y que sería desplazada.
Otra reflexión que se desprende de este análisis; es que existen muchos partidos y alianzas que han surgido desde la debacle del bipartidismo; sin embargo la expectativa generada en torno a ellos a tenido poca duración, cuestión que reafirma que no basta el surgimiento de nuevas organizaciones, sino parten de otros esquemas de trabajo e intereses que defender. La sociedad venezolana esta consciente de la necesidad de los partidos, pero la mayoría no cree en los existentes, de allí el fenómeno del mesianismo experimentado en los últimos años. El reto para los nuevos liderazgos, es lograr la paz y la unidad de todos ciudadanos en torno a una visión compartida de un proyecto de país.
Lic. Gilberto Román
Economista
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